Rosca
Cinco segundos de pausa, o cinco minutos, o tres. Este parece ser uno de esos textos que arrancan con inspiración y vehemencia y terminan revoleados virtualmente en una carpeta sin título. Ahí la tenés a la impostora. Cuando el tortazo es un hecho... un respiro, una oportunidad, cinco segundos de pausa. Darle la chance al moretón de escurrirse y pasar de largo sin dejar marca. Mentirme un poco, amoldarme a la mirada filosa. La mía. O mejor gritar. Mejor romper, patalear, hacer un berrinche o desplomarme simplemente en la quietud depresiva de la inmadurez adulta. Una pila desequilibrada de palabras, vómito egoláctico, mirame, mirame, mirame. No me banco, chau.
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